lunes, 23 de noviembre de 2015

El mal es voluntad

Es la mayor de las asperezas que se ve doctrinal por el contingente común., y se alaba, pues se teme. La maldad, presente como acción o concepto (que no es un mismo formato), no existe sino hasta ser concebida por una hechura caprichosa que es el anhelo, o voluntad.
Hay dos cosas que provocan ardua jornada neuronal: Ya sea el deseo universal o la farsa del vocablo maldad.

Por una parte cabe decir que es más que difícil dilucidar el patrón lógico del cósmos, y si, por pura complejidad, como es el cerebro mismo, éste tenga la capacidad de cavilar. Haciendo así probable que todo sea verdaderamente capaz de ser cierto, pues ser así reaccionaría a toda realidad máxima, hasta la profundidad paradójica infinita. Siendo nosotros sólo un componente consecuente, pero necesario de ser, ya que el pensamiento así lo ejecuta y es. El asunto paralelo es su dorso que contempla lo contrario; es sólo la forma inerte, y el único sabido razonamiento está en el elemento humano. Nada más tiene intención de hacer o ejecutar. Es el humano espectador de sí mismo después de contemplar la naturaleza, y éste, como fábrica efectiva, pare lo pensable, que no es cualidad universal, sino todo lo contrario. ¡Pero estamos en lo impensable! Reaccionamos a él y nacimos de él. De hecho, somo éste en su máxima expresión, en su única expresión. Formados de pizcas precisas, que nos hacen posibles. Pero de piezas irracionales, sin el patrimonio del saber., sin facultad de entender. Y aún si estiramos la lógica y la enrevesamos hasta el confín y paradigma en que está todo, no habría por qué de que cobrase lo que nunca hubo en el momento primero, si es que hubo uno.

La naturaleza del mal está justamente allí, en ambas condiciones. ¿Cómo es que regeneramos pautas sobre la malevolencia o hay un malabar retórico que vuelve permutable lo absoluto si es que ese sentido es de naturaleza enteramente cabal? Y también, si es que es nacido de nuestro cacumen solamente ¿por qué permitimos tanto rigor a éste si es que está en un lugar que desafía lo congénito? Aunque es posible aseverar el pensar con la mano científica, es cierto que la ética es totalmente lo contrario en casos variopintos. Pero ¿existe forma real de caber la maldad en el plano natural? Si es, será para el resguardo biológico. Pero hay forma de ver maldad sobre lo irreprochablemente bueno. Es por eso que, si es que existe algo que presume maldad y está sobre algo que se dice ser de intención afable, existe forma de resolverlo, pero desde las entrañas. Así pues, no hay nada benévolo obrado desde una desdicha, aunque sea sólo la incomodidad más diminuta. Pues la voluntad, la hechura caprichosa que es el anhelo está inmiscuida para que exista ese mal. Igualmente es la holgazanería más peligrosa, pues el sondeo del bienestar más allá del íntimo es algo que debe ser pensado, con toda la naturalidad del humano y la precisión universal.