lunes, 29 de enero de 2018

Esa vagina escurría fantasías ofensivas. Y nuestro pene inflamado de un corazón emocionado; Escupían lentos hilos que pulsaban su/un propio corazón, de luz, y los contagiábamos y avivábamos con un calor nuestro. 
Una flor pervertida y pérfida. Si la sientes, se retrae, como animal. Habla con la voz viscosa. Te ve como un párpado abierto con su pupila disuelta.

Bueno, el nervio que debe tocar el coito, la mujer, el amor: es cancelar la solitud que guarda el universo por sí mismo. Es lograr un infinito de una sola pieza, pero parece ser que el único infinito que logra es buscarse y no tomarse por detrás nunca. Amarse parece ser una lección derrotista que te dices, esquizofrénico, lo sencillo que habría de ser vivir. Pero el tormento acaba en otro "lugar", y eso creo que es lo que busco y buscamos cuando amamos o queremos amar.
La imperfección del amor pretende ser insospechable, mas tan llega a hacerse tremendamente obvia que descarada se vuelve al volcarse en parte de sus atractivos. No es falso, es falsísimo. Hecho por algo de naturaleza solitaria y bastante triste.

Pero es mi universo, y te quiero en él. Sé quien me salve del ensimismamiento patético con lo que está hecho (lo) todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario